De verdad que las envidio.
Ya me gustaría a mí que mi habitación fuera así. Que no me tropezara con tus fotos en la pared, ni con mis bragas en el suelo, incluso que el fantasma de aquellas monedas que se te cayeron al suelo cuando te bajé los pantalones no resonaran aún de vez en cuando. Cómo me gustaría que el hueco de la estantería estuviera lleno y que me hubieras devuelto a tiempo esas películas. O que las sábanas no me recuerden que están vestidas con tu color favorito, supongo que también tengo parte de culpa, yo no puedo hacer la cama todos los días.
Mi habitación tiene muchos asuntos pendientes.
Aunque sé que muchos de ellos no se resolverán y acabarán cogiendo polvo en el último estante o al fondo de un cajón. Y es cierto que no creo en muchas cosas pero hay algo de lo que estoy segura: en el momento en el que esos asuntos dejan de doler, se han resuelto solos.